WLwos ministros de Agricultura de los Quince han aprobado la nueva regulación de las ayudas al aceite de oliva y el tabaco a partir del 2006, que afecta a 64.000 explotaciones extremeñas. La importancia de esos fondos europeos radica en que inclinan la balanza hacia los cultivos que tienen futuro y condenan a los que se les agotan las subvenciones. En el caso de Extremadura, la reforma del aceite es abiertamente criticable. La del tabaco tampoco es buena pero al menos garantiza las ayudas hasta el 2010. Todo apunta a que la política diseñada por el comisario Franz Fischler progresa: los fondos benefician al agro atlántico en detrimento del mediterráneo. Con esos antecedentes, endurecidos por el desequilibrio negociador que produjo el relevo gubernamental en España, la decisión comunitaria era previsible. Las reclamaciones de la delegación española, encabezada por la ministra Elena Espinosa, fueron desatendidas en una negociación diplomática en la que España quedó finalmente aislada. El acuerdo será recurrido. Es la única forma que tiene el Gobierno de reconducir las maniobras del polémico Fischler, sobreponiéndose a una política perniciosa para algunas zonas del campo español que, además, subvenciona las hectáreas de cultivo y no la producción.