Para Guiomar

Ninguna objeción, por supuesto, a la decisión de Pedro Sánchez sobre el Aquarius. Si alguna, sería el buenismo, que encaja mal en política. Pero resulta que el buenismo ha supuesto la salvación de 629 personas, que era lo urgente. Y, a más a más, también el abochornamiento de Italia, o más exactamente de su ministro de Interior, Matteo Salvini, a quien no le ofende que le llamen fascista porque fascista, en su caso, no es un insulto sino una definición. Pero no solo Italia. Europa entera debería estar abochornada. La decisión de Sánchez, por encima de la política migratoria de la Unión Europea, ha obedecido a un imperativo moral.

De acuerdo que Sánchez ha resuelto solo un problema, uno muy concreto y puntual. Pero hay que alegrarse aunque los maldicientes --y maldiciente puedo ser yo mismo-- digan que lo ha hecho por marketing político, por propaganda, por efectismo..., por lo que se quiera. De acuerdo también en que la resolución de un problema no resuelve el problema: y el problema es que el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio insoportable. La decisión de Sánchez, sin embargo, no solo ha evitado 629 cadáveres más sino que quizá sirva para que los 28 países que se llaman Europa asuman sus responsabilidades. Y si no sus responsabilidades, al menos sus vergüenzas.

Bruselas, por ejemplo, que es su sede. ¿Qué hace Bruselas? ¿Qué sentido tiene Bruselas? La decisión de Sánchez le ha solventado momentáneamente una parte ínfima, ridícula, de una crisis atroz a la que parece incapaz de dar solución. Y hasta es posible que se haya frotado las manos, aliviada, al modo de Salvini y su obsceno «victoria». A Bruselas, ya evidenciada por el fracaso de su política migratoria, solo le faltaba la burla de Italia para desacreditarla definitivamente. ¿Con qué autoridad va a exigir ahora a los miembros de la UE que cumplan con sus compromisos de acogida?

Desde luego, la decisión de Sánchez no va a terminar con la indiferencia de los países del norte de Europa, para los cuales la solidaridad y los gestos bienintencionados deben de parecerles blandenguerías. Pero al menos se habrán ruborizado.

* Funcionario