Por más sorprendente que pueda resultar oír a una mujer dar la orden de "capitán, mande firmes", como hizo ayer, con encomiable aplomo, Carme Chacón, durante su toma de posesión, debemos aceptar con normalidad absoluta que la ministra de Defensa se dirija de ese modo a los oficiales y a la tropa en un acto castrense de esas características. Al fin y al cabo, la fórmula empleada, que no hubiera llamado la atención en caso de ser pronunciada por un hombre, no deja de ser la muestra de la sumisión del poder militar a la autoridad civil que contempla la Constitución. Y en ese momento Chacón --mujer, socialista y embarazada-- representaba al Gobierno de la nación, como saben quienes corearon los vivas a España y al Rey.

No está de más recordarlo cuando Chacón y otras ministras del nuevo Gabinete sufren los ataques y los sarcasmos de quienes viven anclados en el pasado tenebroso. Al selecto club de creadores de opinión ultramontana no les ha hecho gracia que el nuevo Gabinete tenga más mujeres que hombres, que algunas de ellas sean muy jóvenes y que vayan a dedicarse a tareas al parecer tan banales como promover la igualdad entre los dos sexos.

Es lícito criticar que Chacón se haga cargo de la cartera de Defensa sin tener acreditados mayores conocimientos sobre las FFAA, pero esa censura no se suscitó con sus antecesores masculinos. En cualquier caso, es una persona con la suficiente valía como para asumir ese reto, una de cuyas máximas dificultades será garantizar mejor que hasta ahora la seguridad de las tropas españolas en las misiones internacionales.