Las explicaciones dadas ayer en el Senado por la ministra de Defensa, Carme Chacón, que completará hoy en el Congreso junto a las de la titular de Sanidad, Trinidad Jiménez, son de agradecer, pero llegan tarde y no disipan la impresión de que ni los responsables del acuartelamiento de Hoyo de Manzanares ni sus superiores en el ministerio estuvieron a la altura de las circunstancias en cuanto se tuvo noticia de la aparición de un brote de gripe A. Porque por más explicaciones que dé el jefe del Estado Mayor del Ejército en cuanto al cumplimiento estricto de los protocolos de Sanidad y de la OMS, lo cierto es que hubo falta de reflejos en la autorización de una visita escolar el 20 mayo, 24 horas después de que apareciera el brote, y algo falló en los sistemas de control y aislamiento para que fuera posible que el virus saltara a la base de Conde de Gazonal, en León. A la vista de las prevenciones de toda clase adoptadas a raíz de la epidemia de gripe, es difícil aceptar que los mandos de Hoyo no tomaran toda clase de precauciones. Pero esto es lo que sucedió y la investigación encargada por Chacón debe esclarecer este extremo. Nadie puede sorprenderse de que la oposición, inquieta por una serie de escándalos encadenados que la zarandean, quiera sacar el máximo partido. En todo caso, la falta de una versión oficial, inmediata y convincente, le ha facilitado la labor. Si el Gobierno hubiese actuado con prontitud, quizá no se encontraría ahora obligado a multiplicar las explicaciones ante una opinión pública alarmada.