TLta Junta de Andalucía reclama a las industrias tabaqueras 1,77 millones de euros, por los gastos ocasionados a los ciudadanos de Andalucía, al fumar. Agotada la vía civil, la Junta, que tiene una inmensa fe en la causa, ha emprendido la vía contencioso-administrativa, que tendrá entretenidos durante años a sus letrados, porque un contencioso es un procedimiento tan lento como el crecimiento de los árboles.

Animados por la iniciativa, no me extrañaría que alguna comunidad reclamara indemnizaciones a las bodegas y fábricas de destilación de licores, porque si el tabaquismo causa víctimas tampoco son flojas las que provoca el alcoholismo. Y, si es cierto que a nadie le obligan a emborracharse, no es menos cierto que tampoco le apuntan a la gente con una pistola para que fume dos cajetillas diarias.

Ya puestos, otras comunidades podrían pedir indemnizaciones a los chacineros, porque hay que reconocer que el abuso del chorizo y del salchichón provoca serios problemas cardiovasculares que, luego, tienen que pagar los servicios sanitarios. ¡Ah! Y que no se nos olvide pedir indemnizaciones a las fábricas de automóviles por los estragos que causa el exceso de velocidad, que está claro que si no fabricaran esos automóviles capaces de alcanzar más velocidad de la aconsejable disminuiría el número de víctimas.

Vamos a entrar en una nueva era, donde el responsable no es el fumador, sino el fabricante; no el alcohólico, sino la destilería; no el conductor suicida, sino las factorías de automoción; en fin que, con este entusiasmo radical por evitar los efectos a base de impedir las causas creo que, ahora que viene el Papa, para luchar contra el divorcio lo mejor sería prohibir el matrimonio, que muerto el perro se acabó la rabia. Hay días en que no me explico cómo soluciones tan sencillas no se les han ocurrido antes a nadie.

*Periodista