WSwegún una encuesta del CIS, para el 60% de los españoles tenemos demasiados extranjeros, y para el 40% la inmigración es la primera preocupación. Estos datos contrastan con otros del mismo estudio, que dibujan a una sociedad con una altura de miras mayor de la esperada. Al menos teóricamente, hay un apoyo mayoritario a que los extranjeros practiquen su religión (81%) y a que accedan, en igualdad de condiciones con los españoles, a un puesto de trabajo (86%), a la educación pública (92%) y a la sanidad gratuita (81%).

La encuesta detecta, sin embargo, un amplio temor a que su presencia perjudique a los españoles más pobres y cause una caída de salarios. Pero eso no depende de los extranjeros, sino de los empresarios de aquí. Debemos reclamar a los recién llegados que asuman nuestro sistema de derechos y deberes, pero luego esos derechos y deberes tienen que serles reconocidos. Posiblemente en España no sobran inmigrantes, sino los malos empresarios que utilizan a los extranjeros para endurecer las condiciones laborales. Y pueden hundir a este país, porque por esa vía ni mejorará la productividad ni se podrá sostener el Estado del bienestar, y en cambio envenenarán la convivencia.