Las etiquetas políticas dicen poco de los productos que contienen: liberal, conservador, social-demócrata... En el PP coexisten distintos partidos, disciplinas y apoyos mediáticos. Pero nadie concreta lo fundamental: los valores propios de un partido conservador, moderno y europeo. Ahora han saltado también las alarmas de confrontación territorial. Los barones, en la época de Aznar , eran vicarios de los deseos del líder: tocaba la corneta y se formaban todos los batallones. La estrategia de asalto al poder de Mariano Rajoy tensó la cuerda al límite. El 9-M recaudó hasta el último voto por los dos extremos. Imposible crecer por el centro sin perder por la derecha o viceversa.

Rajoy pretende salvarse de la quema que ha producido invocando su liderazgo para la gran transformación. Pero es rehén de sus actuaciones. La pedagogía de la crispación ha creado muchos seguidores. ¿Cómo reconvertirlos en 24 horas? Esperanza Aguirre reclama derechos de autor de un partido que jaleado por la COPE y El Mundo pretende que la fórmula era adecuada pero la dosis insuficiente. La historia certifica que es muy difícil liderar una renovación desde el fracaso. Lo más que puede conseguir Rajoy en el congreso de junio es una prórroga, pero no parece posible que conduzca a su partido a la victoria si no se rectifican los límites de su proyecto político. La derecha más dura sigue siendo el principal activo de Zapatero . Se ha vuelto a comprobar con los ataques machistas a las ministras: lo único que ha conseguido esa derecha brutal y atrabiliaria es reforzar la audacia en la composición de su Gobierno ocultando todos los déficit y aumentando el valor de sus aciertos. El PP necesita una catarsis profunda y descubrir por sí mismo el nicho de mercado de la derecha para ganar las elecciones. Sus principales obstáculos están como siempre fuera del partido. Los ayatolás de los medios quieren ganar sin arriesgar nada en la partida. Les gusta tener el mando a distancia sin correr riesgos.