TEtsta que vivimos es más una democracia mediática que una democracia política, al menos en señaladas ocasiones como los períodos que anteceden a las elecciones generales. De no ser así, no tiene explicación lo que está sucediendo con el llamado caos ferroviario de Barcelona, que parece haberse convertido en un problema de gran envergadura que incluso podría influir en las elecciones de marzo. Porque todos tenemos presente el caos no ya de accesos sino global de la ciudad de Madrid durante los cuatro años de la primera legislatura de Ruiz-Gallardón , con esas obras interminables e insoportables que amargaron la vida a todos los madrileños. Y tenemos presente cómo esos mismos madrileños premiaron a Gallardón con una de las más sonadas mayorías absolutas. Los medios habían ejercido una crítica municipal y no demasiado angustiosa, sin sobrepasar esa raya. Ahora, con lo de Cataluña, sin desconocer su importancia, parece que se hunde el mundo y que el Gobierno Zapatero se la juega ahí y no en la totalidad de su política y de sus transformaciones sociales profundas.

Es el poder mediático, según el cual sólo existe o sólo es importante aquello que lo es en los medios, en las portadas, en las aperturas de los informativos, en los comentarios de prensa, radio y TV. El ciudadano medio se ve acosado y bombardeado y no entra en los posibles intereses políticos y económicos que haya detrás de esas presentaciones. No importa que el metro de Palma de Mallorca permanezca cerrado, impotente ante los hundimientos y socavones. No interesa que cosas parecidas sucedan en Madrid o en otras ciudades, sobre todo en cuanto que caen cuatro gotas. Si eso no trasciende de las páginas locales, no existe. Y en cuanto a dimisiones, la autoridad para exigir la de la ministra de Fomento la tenemos los que siempre hemos exigido el cese o la dimisión de los protagonistas de grandes desastres como el Prestige, la guerra de Irak o la administración del 11-M, cuya sentencia supongo que oscurecerá a temas que son mucho menores que el contenido de la misma. No obstante, que dimita Magdalena Alvarez .