Hace cincuenta años la palabra vacación sólo la encontraban en el diccionario español unos privilegiados burgueses --la aristocracia no necesitaba buscar esa ansiada palabra porque usaban un diccionario muy particular que tampoco incluía la palabra trabajo --, los modestos asalariados no la encontraban ni con lupa. Hoy en día raro es que un trabajador, por muy miope que sea, no se tope con ella en la V de verano. Es más, existen diccionarios dedicados exclusivamente a la palabra vacación .

Basta ser un poco observador y te das cuenta de que a partir del mes de mayo muchos curritos y curritas llevan bajo el brazo un hermoso tomo de cubierta muy coloreada que una vez abierto muestra unas páginas donde la palabra vacaciones se repite infinidad de veces y ofrece multitud de sitios donde disfrutarlas: costa tal, isla cual, sierra esta, hoteles a pensión completa, a media pensión, apartamentos, casas rurales- En fin, toda una exhibición de fotografías paradisíacas. Da gusto ver como algunos se estudian lo escrito en estos diccionarios como si de un libro de texto se tratara. Luego van a una agencia de viajes y contratan la estancia de ocho días en Benidorm --por poner un ejemplo-- en un hotel a pensión completa, que dicen que a la larga sale más barato. Se planta la familia en Benidorm, y a tostarse como un grano de café al sol de la playa; y a cebarse en el bufé del hotel --eso sí, a horas anglosajonas--. Así un día tras otro sin dar golpe.

Si se trata de un soltero o soltera, la cosa cambia. Mejor apartamento que hotel, por eso de trasnochar, no madrugar y comer cuando convenga. Mucha paella de chiringuito, mucha fiesta y también mucho sol, que luego tienen que decirle a los allegados que no vienen morenos porque se han comprado un chalé en el Polo Norte y ya no van a la playa.

XSE TERMINANx las vacaciones y después de haber pasado los días más placenteros del año vuelven al trabajo, y pasa lo que pasa: la depre posvacacional , que se caracteriza por la tendencia a caer en la melancolía y la desgana. La sicología moderna ya ha tomado cartas en el asunto y ha empezado a ofrecer sus coyunturales terapias. Me cuenta mi amigo Carlitos que un avispado sicólogo ha lanzado un folletín curativo de mucha utilidad para estos pobres enfermos. Según el folleto, la mejor manera de combatir la depre posvacacional está en disminuir los momentos felices de las vacaciones. Por ejemplo, pedir las paellas con el arroz un poco duro para no recordar lo ricas que estaban; si un camarero del hotel quiere contarte un chiste, decirle que si es muy gracioso no lo haga para así no vivir demasiados gratos momentos de carcajadas; no ponerse muy moreno para que la gente crea que aún no te has ido de vacaciones y no te las recuerden constantemente; atracarse en el bufé un día y pasar una noche indigesta que contrarreste las placenteras; tener el último día una bronca monumental con la mujer o el marido, y así incrementar los deseos de ir al trabajo para no verse las caras; y otras muchas fórmulas.

Me cuenta también Carlitos que le han dicho que a algunos de estos trabajadores nostálgicos la empresa les ofrece por escrito un año de licencia sin empleo y sueldo. Al parecer cuando leen el comunicado se les pasa la depre al momento.

*Pintor