No son bayetas, estropajos, cepillos o fregonas con las que realizar tareas de limpieza; no son muñecas, pelotas de tenis ni peluches para el entretenimiento; no son bastones, barras de apoyo, barandillas ni muletas fabricadas en serie; no son robots de cocina, máquinas lavaplatos, exprimidores de zumo ni bandejas para el desayuno elaboradas en plástico o madera; no son lavadoras, tendales ni tablas inertes diseñadas para planchar la ropa; y, por supuesto, tampoco se trata de material sexual a disposición de las necesidades de la casa.

Aunque por desconsideración y frialdad emocional haya quien, poco más o menos, pueda considerarlas como utensilios de trabajo, son personas (en su mayoría mujeres) cuyo empleo consiste en desarrollar tareas del hogar o prestar atención domiciliaria a quienes tienen limitaciones o incapacidades.

Efectos de una arraigada cultura de depreciación social que se traslada con absoluta naturalidad de una generación a otra.

GÉISER

¿No debería ser delito?

Ángel Morillo Triviño

Castuera

Hace unos días les hablaba de cómo nuestro país aguantaba impávido el saqueo continuado a que ha sido sometido por la política -o con permiso de ella- durante todos los siglos que siguieron a la dominación musulmana; o sea, desde los Reyes Católicos en adelante hasta nuestros días… y lo que te rondaré morena, porque no tiene pinta de cambiar mucho la situación, cuando menos, a corto plazo. Dos ejemplos recientes así lo demuestran: Los ¡60.000 millones de euros! que ya está reconocido por el Banco de España se han volatizado del rescate bancario y la burbuja del deporte (mayormente del futbol) que acaba de explotar. Nos han llenado el país de «géiseres» que explotan cada equis tiempo, y después de una leve erupción acalorada, se les da por concluidos, sin que ocurra nada importante hasta tanto vuelvan a explotar; y así se repite una y otra vez la cantinela, sin mayor problema, para los más despabilados.

Pero, hay despilfarros -por no llamarlos también saqueos- que, como «géiseres» pequeños, entran en erupción sin apenas ser advertidos que pudieran ser delitos y, por supuesto, graves o muy graves. Más como estamos en Extremadura, donde nacen los dioses (que de poco nos han servido hasta el momento), les voy a hacer referencia a un despilfarro «géiser» ocurrido en esta tierra de, por desgracia, grandes carencias; sin contar la desfachatez que supone esos rápidos trenes que circulan en vías de hace ¡200 años! (fabricadas por el General Luxán quizás) a la supersónica velocidad de 40 k/h. Resultado claro de que, donde nunca ha habido políticos, estos son los logros de los mini «géiseres»: precariedad, pobreza, injusticia, esclavismo, abusos de poder, latifundismo y un sinfín de lindezas que todos los que vivimos aquí conocemos.

Aún así, vamos al caso que, brevemente, les quiero hacer saber: Ojalá que pudiéramos permitirnos un palacio de congresos y exposiciones en cada población que sea capaz de reunir a 700 ó 1.000 personas. Pero no es de recibo que tengamos ya en la región unos pocos y algún otro en construcción mientras las consultas externas de los hospitales están saturadas y el tiempo medio para una intervención quirúrgica se alargue en ocasiones hasta más de dos años. En Villanueva de la Serena hay un palacio de congresos y exposiciones que ha costado más de ¡13 millones de euros! y a menos de dos kilómetros, me cuentan, se están utilizando las fundas de las almohadas en el hospital para secar el sudor a los enfermos porque no hay toallas. Pero, seguro que lo primero que organizarán será un simposio sobre vacunación infantil.

¡Cielo santo, donde hemos caído!