TVtamos rápido; muy rápido. Incluso demasiado rápido. Lo queremos todo y lo queremos ya; o mejor antes que ya. Por eso construimos el AVE, para llegar antes que el propio tren; y que, sí, que es más ecológico que el avión por una parte, pero por otra, ¡vaya!, vías propias (arrasando voy, arrasando vengo) y una estación también independiente. ¡Si ya tenemos trenes rápidos, los talgo, por ejemplo! Pero no nos son suficientes y queremos más y más. Y mientras seguimos inmersos en la carrera a no se sabe dónde, hay lugares a los que no llegan los trenes y otros a los que llegaban y ya no llegan o llegan menos, y trenes y estaciones que agradecerían un buen repaso, y trayectos que necesitarían más frecuencias o mejores horarios y precios más bajos o al menos, que no se encarecieran en exceso, y personas que no están forradas o no son habitantes de grandes ciudades y que se merecen un buen servicio ferroviario. ¿Por qué no mejoramos y utilizamos mejor lo que ya tenemos en vez de desviar la mayoría del dinero y de los esfuerzos a proyectos en cuyas consecuencias quizás no nos hemos parado a pensar debidamente?, ¿por qué no se optimiza y se refuerza lo existente, las líneas regionales y los enlaces entre ciudades? Hace un par de semanas, de camino a Levante, observé las obras de las vías del AVE Madrid-Valencia; atraviesan un paraje de gran riqueza natural, bordeando las Hoces del Cabriel, muy cerca de la autovía, cuyo recorrido es bastante sinuoso ya que en su día se tuvo que modificar el proyecto original y estudiar cuidadosamente cómo pasar por ese territorio sin hacer demasiado daño. Y ahora esto, otra herida más. Ya hay una carretera estupenda y unos trenes más estupendos aún que en unas pocas horas nos llevan de capital a capital.

¿O no es todo tan estupendo? En el caso de Extremadura todavía no hay una autovía que una las dos capitales de provincia, apenas hay ferrocarriles de cercanías, y va poquito a poquito el enlace de Cáceres con la autovía de Madrid... Y ya estamos obsesionados con el AVE. Iremos más rápido, sí, pero lo que nos rodea, lo cercano, lo que interesa que esté cuidado, en condiciones y que funcione bien, aún sufre deficiencias. Y además, como dice mi amigo Pablo , "el AVE es de lo más antiecológico, no sólo por lo que supone de herir la poca naturaleza que nos queda y que nos da vida, sino porque gasta mucha energía, más que los trenes regionales y los rápidos que ya existen". ¿Es que no vamos a parar hasta cargárnoslo todo?

*Periodista