Las espeluznantes fotografías que demuestran que, 11 años después de restablecida la democracia, el Ejército argentino seguía adiestrando en prácticas de tortura han conmocionado a un país que aún no ha juzgado en su totalidad las atrocidades de la dictadura ni ha esclarecido las actuaciones de los militares que causaron miles de muertos y desaparecidos. Las fotos difundidas son de 1986, en pleno mandato de Raúl Alfonsín, pero esas prácticas siniestras se prolongaron hasta 1994, con Carlos Menem en la Casa Rosada. Alfonsín se ha apresurado a manifestar que él "no sabía nada", declaración creíble que, sin embargo, no resta gravedad a lo ocurrido. Si el presidente argentino de la época desconocía lo que hacían los militares, eso sólo indica que Argentina seguía siendo una democracia tutelada por el Ejército, como ha venido a reconocer recientemente el propio Alfonsín al justificar la aprobación durante su presidencia de las leyes de obediencia debida y de punto final. Hay sospechas de que sectores del Ejército argentino que quieren romper definitivamente con el pasado han enviado las fotos al presidente Néstor Kirchner para que depure a los nostálgicos de la dictadura. Debe hacerlo.