Dejando al margen polémicas tan vacías como las de la retransmisión en directo o el precio de las entradas, el derbi extremeño de mañana en baloncesto debe inspirar las mejores intenciones posibles cuando se trata de un espectáculo deportivo. Cáceres y Plasencia miden sus fuerzas sobre una cancha después de más de doce años sin hacerlo en competición oficial, lo que supone una excelente ocasión para disfrutar de las esencias más apasionantes y seductoras del deporte de la canasta en la región. El partido es una ocasión estupenda para que todos disfruten de una tarde perfecta de este gran espectáculo: fueron las sanas rivalidades las que hicieron grande el baloncesto.

El Cáceres-Plasencia renace invitado a ser el equivalente, salvando las distancias, al Lakers-Celtics de la NBA. Un antagonismo así, una rivalidad tan enconada como limpia, aportaría mucho al crecimiento del deporte regional, necesitado en igual medida de trabajo en la base y referentes en la élite. Los dos equipos están obligados a dar una lección de deportividad y competitividad, pero las dos aficiones tienen que ir por delante de los profesionales, que al fin y al cabo no son extremeños. La gran fiesta está servida. Ahora sólo hay que embriagarse con ella... y que gane el mejor.