XSxon los gays buenos padres? La formulación de la pregunta es, ella misma, un acto de discriminación. Si la relación entre padres e hijos tiene que ver con el amor, la convivencia y los valores morales que se transmiten en el lugar más íntimo de la vida, el comedor de casa, la orientación sexual de cada cual no es un baremo posible. Pero lo usamos y en base a ese baremo, que nace en la zona más oscura de la sociedad, allí donde habitan los prejuicios, hemos levantado leyes discriminatorias, democracias gruyer y un largo periplo de injusticias. No se trata de si los ciudadanos homosexuales pueden adoptar niños. No seamos hipócritas. Preguntémonos si tienen derechos, porque ése es el debate.

¿Cómo puede una sociedad asegurar que todo ciudadano es igual ante la ley, y después establecer leyes discriminatorias? Es igual ante la agencia tributaria, pero no ante el registro civil; igual ante el Ejército, pero no ante la adopción.

Emulando a Pereira , sostengo que una democracia que fija un principio universal de igualdad, pero después la recorta, estigmatizando a parte de su población, tiene un problema con su propia condición. Lo que ha hecho el Gobierno de Zapatero no ha sido establecer derechos fundamentales, sino garantizarlos derogando leyes que los vulneraban. Y, por supuesto, la adopción es un derecho fundamental sin el cual, el ciudadano privado de él es un ciudadano de segunda. Es violentado por la democracia que dice ampararlo.

Me dirán que, en el terreno de los derechos paternos, las cosas están claras. Si los gays tienen los mismos derechos, también tienen el derecho a la adopción. Pero a partir de ahí el debate se espesa, se oscurece y aparecen los guardianes de las esencias infantiles, masivamente preocupados por los derechos de los niños. "Los niños tienen el derecho a vivir en una familia normal", comentan por los micrófonos, con notoria alarma. Ciertamente.

Como dice la Carta de Derechos de la Infancia, los niños tienen derecho a ser amados, cuidados, alimentados, instruidos, vestidos, mimados, protegidos en el seno de una familia normal. Y ¿qué es una familia normal? ¿Una del Opus o Legionaria que los instruirá en el sexismo y el fanatismo religioso? ¿Una familia unida en el odio y jamás vencida, pero cuyas miserias se esconden bajo palio? ¿Una familia con prejuicios raciales?

La familia normal es la familia feliz, y hoy el concepto ha sido conquistado por la libertad. Libremente escogemos el modelo de familia que nos hace feliz, y ese modelo puede tener muchas fórmulas: la clásica, la monoparental, las familias cebolla (con hijos de diversos matrimonios), la homosexual. Preguntarse si una pareja gay tiene derecho a la adopción es farisaico y no responde a ningún amor por la infancia, sino al miedo y al prejuicio.

Hay más. Los niños también tienen derecho a vivir en sociedades que no discriminan, que no alimentan los bajos fondos del estigma y que no consideran la homosexualidad una especie de orzuelo que se pega si uno está demasiado cerca. El hijo de una pareja gay será insano e infeliz si sus padres no lo educan en el amor y la tolerancia. Igual que el hijo de cualquiera. Por tanto, ¿de qué hablamos al decir que hablamos de los derechos de los niños? ¿De la infancia o de nuestras miserias?

Lo que subsiste es la perversa moral de la apariencia: los gays y las lesbianas nos encantan si se mantienen en el gueto, pero cuando éstos conquistan la normalidad, salen a pasear nuestros demonios. Eso sí, generalmente demonios muy católicos.

*Periodista