Al Pacto de Toledo le han salido muchos padrinos y contrincantes. Si hasta la fecha no habían dicho ni pío, ¿que está haciendo mal la comisión encargada de revisar las pensiones? Tanta movida provoca suspicacias. La historia no es nueva: en cada época de crisis ha surgido el fantasma de la bancarrota de las prestaciones sociales, dirigido por supuestos sabios en financiación.

EL Gobierno sabe que se trata de un boicot camuflado a sus previsiones. Los pensionistas de hoy, víctimas de la congelación salarial, y los futuros han de conocer todos los detalles de qué se cuece con nuestros impuestos y cotizaciones de tantos años: retrasar la edad de jubilación y ampliar el periodo de cotización para calcular la pensión son elementos de empobrecimiento e involución del sistema.

Los empresarios se quejan del coste elevado de un trabajador en la Seguridad Social. Nadie niega que su aportación a las arcas del Estado es sustancial, pero no siempre es proporcional a los beneficios. Con la reforma laboral, han recibido compensaciones muy ventajosas, ¿veremos pronto los frutos con un descenso en el número de parados? Si el trabajador ha de ser de nuevo víctima como jubilado, ¿qué sentido tiene cotizar toda la vida?

La difícil encrucijada en la que se encuentra España en paro y perspectivas demográficas en comparación con el resto de Europa impone un cambio en el sistema retributivo de las pensiones, pero proporcionado a la riqueza empresarial y a la aportación individual. Las descompensaciones son origen de injusticias, debilitamiento social y más pobreza. Es preferible crear nuevos métodos privados de inversión y ahorro para la jubilación.

Ramón Mas **

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