WLw a campaña para las elecciones legislativas anticipadas holandesas de junio se abrió ayer tras el espectacular resultado del partido antiislamista de Geert Wilders en su primera participación en unos comicios locales. Este éxito marca el punto culminante de un voto de rechazo a la inmigración y de militancia antimusulmana que arrancó en el 2002 con la aparición del político asesinado Pim Fortuyn y que el Partido de la Libertad (PVV) ha llevado hasta la derecha más extrema y xenófoba, fomentando el odio y la discriminación. Este discurso del PVV ha encontrado una situación inmejorable en la crisis de Gobierno abierta hace dos semanas por la participación holandesa en Afganistán, cuando cayó la coalición formada por democristianos, socialistas y un pequeño partido calvinista. El cansancio del electorado es cada vez mayor y el partido de Wilders es el gran beneficiario. El éxito de la extrema derecha lo habían cantado los sondeos, que le dan un gran crecimiento en las próximas legislativas, situándola a muy poca distancia de democristianos y socialdemócratas. En este inicio anticipado de campaña, los partidos tradicionales ya están examinando su estrategia cara a la formación de un futuro Gobierno. El temor a la pérdida de votos a favor del PVV hace que no todos los partidos democráticos estén de acuerdo en levantar un cordón sanitario que aísle a la extrema derecha. Otra opción es la de asumir algunos postulados de esta derecha xenófoba. En uno y otro caso, no está nada claro que se frene la sangría de votos. Lo que sí es indiscutible es quién pierde: la democracia.