TAt los obispos españoles no les gusta que una familia no sea heterosexual, creyente, con tres o cuatro niños, y que asista con ellos, los domingos, a misa de doce. A los socialistas, en cambio, no les gusta que eso lo digan los obispos, que es lo que han dicho toda la vida, al menos desde el siglo XVI, recién terminado el Concilio de Trento.

Sale entonces don José Blanco , empeñado en interpretar el papel de Azaña , en sesión de tarde de zarzuela, y dice que la Iglesia católica no es democrática, tremendo descubrimiento. La Iglesia católica es la única monarquía electiva absolutista que queda, eligen al monarca (Papa) ayudados por el Espíritu Santo, y es la única vez que se vota, porque después del Papa abajo, ninguno.

Cada vez que abre la boca el electo, el Papa, y dice lo que ha dicho la Iglesia siempre, hay un sector político, generalmente no creyente, que se enfada muchísimo, y que aconseja que el Papa predique el uso del preservativo y la caridad con los homosexuales, y que sean parejas preferenciales para adoptar niños, y a algunos, incluso les gustaría que se pudiera ir vestido de drag queen a misa de doce.

No entiendo los enfados de los obispos sobre la ideología del Gobierno, y tampoco entiendo los enfados socialistas sobre las creencias de los obispos. Es como si cada vez que hubiera una manifestación sindical se enfadaran los empresarios, o que, cada vez que se reúne la CEOE los sindicalistas se cabrearan. Bueno, sí lo entiendo. Estamos en campaña electoral, o sea, los políticos están en celo y susceptibles como adolescentes.

En efecto, la Iglesia no es demócrata, pero a los demócratas de plantilla les jode mucho cuando los ciudadanos no les dan la mayoría absoluta. Y en esas estamos, con enfados tan obvios como inútiles, con desacuerdos tan previsibles como inanes.