Mal se le va a poner a Pedro Sánchez la legislatura, dure lo que dure. O mal se la va a poner la parte de Podemos del partido Unidos Podemos. Basta la advertencia --más exacto sería decir la amenaza-- de Pablo Iglesias, que le dará «una cortesía de dos o tres semanas» --lo de los cien días debe de parecerle una barbaridad-- antes de conducirle al monte Calvario, que así lo ha dicho: «Pasar por Moncloa con el Gobierno más débil de la democracia puede ser un calvario para Pedro Sánchez». Por supuesto, lo del «Gobierno más débil» no lo dice Iglesias por los 84 diputados del PSOE, aunque efectivamente constituyan una fragilidad frente a los diputados que suman el Partido Popular y Ciudadanos. Iglesias habla de sí mismo, según costumbre, y se refiere a un Gobierno donde lo más visible es la invisibilidad de Podemos, o de Unidos Podemos. Un paréntesis, por cierto: ¿cuándo va a arreglar Alberto Garzón lo que él llama la invisibilidad de su partido, engullido por el partido de Iglesias?

No sería justo que la izquierda, más conocida como Podemos, le malograra a la socialdemocracia, más conocida como Sánchez, el éxito de haber desalojado del poder a la derecha, más conocida como Mariano Rajoy. Ahora que hasta Bruselas celebra el nuevo Gobierno --vale, sí, un Gobierno de ‘celebrities’, como se quiera, pero Gobierno al fin--, Iglesias debería olvidarse un poco de sí mismo y contemporizar con Sánchez, en lugar de reprocharle el no haber tardado «24 horas en olvidarse de quién le ha hecho presidente del Gobierno», o sea, él. Los demás partidos que apoyaron la moción de censura no se han quejado del olvido de Sánchez. Es más: incluso Iñigo Errejón, que es también (de) Podemos, se ha desmarcado de Iglesias y de su propósito de conducir a Sánchez al Gólgota y ha dicho que «Podemos tiene que ser una fuerza que respalde, sostenga y empuje a este Gobierno». Errejón será lo que sea, pero un día será. Tiempo.

Sin embargo, también hay que comprender a Iglesias. No es justo que deba cargar con la cruz del ninguneo, crucificado sin ningún ministerio. Hombre, Sánchez, qué menos que un par de ministerios, él que te ha aupado.