Fueron tiempos convulsos --y aún lo son-- esos en que, los que confundieron sus legítimas aspiraciones políticas con la verdad absoluta, de modo fanático se dedicaron a andar caminos ilegítimos para lograrlas. Ellos y sus ruidosos seguidores aprovechaban desde hace tiempo cualquier evento cultural, deportivo o político para agredir a los símbolos españoles y, por tanto, a los ciudadanos que estos representan. Hasta el punto de que muchos que nunca habían experimentado el sentimiento patrio, de tanto ataque gratuito y furibundo, al fin se dieron por aludidos.

Hay muchas respuestas contra los agravios y en tiempos o latitudes más primitivas, solían o suelen las ofensas al honor lavarse con sangre, puesto que se entendía y entiende de modo disparatado que solo la sangre lava esa mancha. En realidad, en nada ofenden al honor de todos los españoles, sí a los que las perpetran, las ya repetídísimas pitadas al himno, a la bandera y al rey. En nada ofenden al honor de los católicos las reiteradas y cíclicas ofensas a la Virgen a los santos o a sus tradiciones. Tampoco ofenden al honor de Dios, en mi opinión, pues considero que no lo hace quien quiere sino quien puede. Y en una sociedad laica y democrática en la que estamos, siempre existirá el debate de si los ampara o no la libertad de expresión. Y así, si durante siglos la respuesta a la ofensa patriótica o religiosa ha sido la venganza, ahora estamos en tiempos de desagravio. Y como sería contrasentido inmenso que en la religión del amor se utilizara la venganza, la juventud zaragozana le baila una jota a su patrona y desagravia con arte y no con escarnio.

La cantante Marta Sánchez ha decidido cantar el himno español con la letra que su nostalgia de España le inspiró. De acuerdo en que no es Alberti, ni Cernuda, ni Blas de Otero. Y no tiene que pedir perdón por no serlo y por amar a su patria. Lo llamativo es que tantos españoles, entre los que me encuentro, lo hemos interpretado como un valiente desagravio. A otros odiadores sempiternamente ofendidos les ha parecido oportunismo vengativo. Allá ellos.