Según la última Encuesta de la Población Activa (EPA), Extremadura es la única comunidad autónoma que no ha creado empleo en el pasado año. La situación es grave y pone de relieve que necesitamos con urgencia acometer medidas imaginativas que permitan atraer inversiones e incentivar los sectores económicos más deprimidos en nuestra región: el industrial y el tecnológico. Sería una forma de aprovechar las potencialidades que tenemos en ayudas financieras a la inversión al tratarse de una región Objetivo 1 de Europa.

El desarrollo industrial en Extremadura ha estado secularmente lastrado. La ausencia de mar, la frontera con Portugal y un vasto territorio escasamente poblado han impedido el germen y desarrollo de industrias manufactureras. Únicamente la agricultura, la construcción y los servicios han venido salvando la renta de los extremeños, a la que coadyuvan con un tímido papel las industrias agroalimentarias. El turismo, que está alcanzando resultados positivos, es sin embargo estacional.

Extremadura --hay que reconocerlo sin ambages-- hoy es una región subvencionada. Esta situación tarde o temprano debe cambiar. Necesitamos apuestas inteligentes y proyectos innovadores que vuelquen el sistema de producción. Si esto no se produce en un tiempo más o menos corto, con el envejecimiento de la población y la emigración del capital humano más cualificado, estaremos abocados a un futuro poco prometedor.

Uno de los criterios que últimamente se aplica para potenciar el despegue económico de ciudades y territorios se encuentra en la «Especialización inteligente». Este concepto fue acuñado por el círculo Knowledge for Growth, que propone un método especial (conocido como RIS3) para diseñar estrategias específicas en materia de innovación y de sectores productivos. Cuenta con una plataforma creada por la Comisión Europea que da soporte técnico a los estados miembros y sus regiones.

En Extremadura se ha diseñado ya una implementación de la estrategia RIS3 con cuatro ámbitos de actuación, entre ellos, la cultura de la innovación, el fortalecimiento del tejido empresarial y la creación de infraestructuras. La finalidad última --se dice-- es articular una transformación económica para hacer de Extremadura una región más competitiva en un contexto global. La especialización inteligente ha tenido gran éxito en algunas regiones y ciudades europeas (en España se cita el caso de Bilbao). Estos logros deben servir de estímulo para potenciar y desarrollar la implementación iniciada en nuestra región con el fin de que nos permita alcanzar un nuevo modelo económico. En síntesis, se trata de una nueva filosofía económica que indaga en sectores preferentes para priorizar estrategias productivas y tecnológicas que sirvan a la postre para cambiar modelos productivos obsoletos.

* Catedrático de Derecho Mercantil