No hay mal que por bien no venga, este manido refrán, es el paradigma de lo que está ocurriendo a favor de partidos políticos y sus apóstoles.

El desastre difícilmente reparable de Cataluña, donde unos selectos patriotas anteponen su egoísta y personal ambición a las necesidades colectivas, sirve de cortina de humo para distraer los graves delitos que se juzgan en Andalucía, Madrid y Valencia, donde se confirman sospechas de robo continuado, estafas, financiación ilegal de los partidos políticos, etcétera.

Se ha llegado tan lejos, que los jefes de los partidos veteranos se creen invulnerables, muchos años de tropelías sin consecuencias, algunas, indecentes, perversas, sin escrúpulos, robar las ayudas a mejorar la precaria vida de cientos de miles de personas, y otras chapuceras con más brutalidad que inteligencia, romper a golpes pruebas incriminatorias, o barrar cifras de pagos ilícitos a mandatarios.

Esta clase de individuos abran sido moldeados con material especial, extraño, raro, el descaro ante la sociedad que les inculpa, y atreverse a negar con toda desfachatez delante de una multitud delitos y corruptelas demostrados, sabiendo que los que le escuchan saben la verdad, lo demuestra. Algunos se denigran aún más, mentir después del juramento a la verdad en un juicio.

Solo tiene arreglo con garantía, un barrido a todos los involucrados, desde arriba abajo, una sola simiente es suficiente para germinar de nuevo.