WPwocas veces una cumbre de la UE se ha visto tan condicionada por la actualidad internacional, desde la reelección de George Bush a la incertidumbre sobre Palestina mientras Arafat agoniza. Durante esta semana, los Veinticinco se pronunciaron sobre la reelección de Bush con el tono diplomático de rigor y se ofrecieron a colaborar, como socio natural de EEUU, para "promover el imperio de la ley y crear un mundo más justo, democrático y seguro". Pero poca ayuda puede ofrecer la Unión, y poco respeto a su independencia puede exigir, mientras carezca de una visión de su papel en el mundo.

La UE todavía no ha resuelto su dilema de fondo. O unirse para actuar como contrapeso ante el unilateralismo de EEUU, como reclamó ayer Jacques Chirac, o resignarse a aceptar un papel auxiliar en los planes de la primera potencia, algo que encarna a la perfección Tony Blair, que instó a tomar nota de lo sucedido en Norteamérica.

Una situación internacional tan compleja debería impulsar a la UE hacia una política exterior común. Mientras se resista a ello, EEUU no tendrá ningún estímulo para cumplir su parte en el difícil proceso de restablecer las maltrechas relaciones transatlánticas.