Las última lluvias caídas en nuestra región han venido a solucionar un grave problema, el de la sequía, que se cernía ya como un negro augurio sobre agricultores, ganaderos y numerosas poblaciones. Y del que nunca se está a salvo, por lo que todo parece indicar que el Gobierno va a continuar adelante con el plan de obras extraordinario aprobado a últimos de año para luchar contra los efectos futuros de la falta de agua.

Las precipitaciones han asegurado las próximas campañas de riego, los abastecimientos a poblaciones y en menos de medio mes han hecho subir casi 20 puntos el porcentaje de agua embalsada en los pantanos de las dos cuencas hidrográficas de la región.

Pero las precipitaciones también han puesto en evidencia el desfase entre la capacidad de embalse y las características de algunos de los pantanos, particularmente el del Guadiloba. Clama al cielo que no hace ni tres semanas la larga tubería del pantano del Almonte que trasvasa agua hasta el Guadiloba para abastecer a la ciudad de Cáceres fuera la imagen descarnada de la escasez y que ahora no solo quede hundida bajo el embalse sino que el propio Guadiloba haya tenido que desembalsar por no poder recoger y conservar todo el agua afluida, en una imagen de derroche que no por involuntario es menos inaceptable. El caudal desembalsado debería ser el mejor recordatorio al Ayuntamiento de Cáceres y a la Confederación del Tajo de que no se deberían permitir más retrasos en la obra de Portaje, y que con los ya habidos hay de sobra.