WDw espués de que el ya expresidente colombiano Alvaro Uribe denunciara el 6 de agosto, último día de su mandato, a Hugo Chávez ante el Tribunal Penal Internacional y que el mandatario venezolano, en su mejor estilo cuartelero, le mandara "al carajo", ambos países se declaran dispuestos a superar el desencuentro que ha enturbiado sus relaciones hasta hacer sonar, por parte venezolana, tambores de guerra, aunque fuera improbable. El factor determinante en este cambio que refleja la reunión entre Chávez y Juan Manuel Santos es el relevo en la presidencia de Uribe, un líder que cosechó importantes éxitos en su lucha contra la guerrilla de las FARC, movimiento que goza del apoyo del dirigente venezolano. En nombre de esta misma lucha, Uribe abrió siete bases militares colombianas a EEUU, algo que para el chavismo resulta intolerable, y propició la congelación de las relaciones diplomáticas y comerciales hace un año. En el actual acercamiento, Chávez ha querido olvidar que Santos, el nuevo presidente colombiano, era precisamente, como ministro de Defensa, el brazo ejecutor de la ofensiva contra la guerrilla. Se puede entender, pues, que el agrio enfrentamiento se basaba en una disputa personal. Pero hay otros factores en el deshielo, y el comercial no es el menor. Venezuela, con problemas de abastecimiento en muchos sectores, necesita los bienes que antes, cuando la frontera estaba abierta, llegaban desde Colombia; y este país no puede prescindir del mercado venezolano. A mayores, América Latina es una región emergente, liderada por Lula da Silva, que no puede permitirse enfrentamientos estériles.