Hablar, sólo significa hablar, no tiene por qué entenderse que en una conversación se tiene que negociar, ceder o venderse, al contrario, pero en el caso de Batasuna es distinto. No es un encuentro cualquiera ni siquiera un escoyo menor en el largo y complicado proceso de paz. Zapatero lo sabe y, por eso, ha intentado disipar por todos los medios la alarma generada tras anunciarse que Patxi López se reunirá con el brazo político de la banda terrorista. La explicación dada por el propio presidente y, posteriormente, por distintos miembros del Gobierno sólo ha servido para incrementar la sospecha de que ese encuentro --bendecido sin lugar a dudas desde La Moncloa-- estaba perfectamente previsto en una hoja de ruta que pretende desarrollarse al margen del principal partido de la oposición.

Que el Gobierno diga que con Batasuna no se va a hablar en términos políticos sólo viene a ahondar las sospechas de que se está jugando con las cartas marcadas. ¿Es realmente necesario sentarse y mirar a los ojos como dice José Blanco a quienes amparan y defienden el terrorismo para pedirles solamente que cumplan la ley? Ellos saben perfectamente lo que tienen que hacer y, al menos hasta hace dos días, de cara a la opinión pública, el Gobierno también lo tenía muy claro. Sólo tienen que salir públicamente y renunciar explícitamente al tiro en la nuca como arma de chantaje y coacción. Eso es lo que dice la Ley de Partidos y también el sentido común.

XSI DEx lo que se trataba era de tener una aproximación del PSE con Batasuna a nivel informal ya ha habido muchos en los últimos tiempos y el Gobierno lo sabe perfectamente aunque no hayan trascendido. La cuestión no es que se celebre una conversación de partidos --donde uno ha sido elegido democráticamente y otro ha elegido tener una pistola encima de la mesa-- sino que se pretende visualizar una normalidad democrática donde no la hay ni por el forro. Si el Gobierno lo que quiere es animar a los batasunos para que condenen de una vez por todas la violencia, que lo haga, pero sin trampas ni cartón. Que haga prevalecer el Estado de Derecho y el imperio de la ley. Si no se hace así creará sobre todo desconfianza a los ciudadanos que verán en todo esto una nueva estratagema de los malos para imponerse.

Independientemente de la posición del PP --¿qué otra opción le han dejado a Rajoy después de que accediera a sacar el tema del Debate del Estado de la Nación mientras en el País Vasco se maniobraba para hacer lo contrario a lo que se hacía en Madrid?-- Zapatero tiene que responder ante los ciudadanos. Si en su propio partido se han encendido las luces de alarma, sólo hay que echar un vistazo a las encuestas digitales de los principales periódicos para ver que mayoritariamente los españoles están en contra en la forma en que se ha llevado este último capítulo. Si grave es que el PP haya sido obligado por la vía de los hechos a desmarcarse de un asunto tan serio, aún peor es que los ciudadanos estén absolutamente desconcertados. El presidente prometió que primero vendría la paz y luego la política y si incumple su palabra lisa y llanamente no es de fiar. Primero la paz y luego la política señor presidente. Usted lo dijo y así debe cumplirlo.

*Periodista