WLwa selección española ya está en casa, fiel a la historia de siempre, víctima una vez más de la desmesura que la envuelve, con un entorno que se deja llevar más por los deseos que por el análisis, y de la incapacidad del equipo para dar un salto de calidad. En cada gran cita, las expectactivas se disparan con la misma facilidad que después se utiliza para ajustar cuentas y exigir responsabilidades. De llegar al Mundial por la vía de la repesca, sin haber podido superar a un rival como Serbia y Montenegro, eliminado sin ganar un partido, algunos pasaron a colocar a España entre los aspirantes al título, a la misma altura que Brasil, Argentina y Alemania, y por delante de equipos que sí están en cuartos de final como Italia, Inglaterra, Portugal y la misma Francia. Y todo por el buen debut ante Ucrania. Una desmesura.

En un momento en que el deporte español está en primera línea, con campeones como Fernando Alonso o Rafael Nadal, y mientras otras selecciones sí han tenido éxitos, el fútbol continúa sin romper con una larga historia de fracasos. Una impotencia que abona la sensación de que, en los triunfos internacionales de los clubs, las diferencias las marcan las estrellas. Que son extranjeras.