A la manera de los boxeadores que revalidan el título más por oficio que por pegada, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha vuelto a vencer a los puntos, al líder de la oposición. Aunque a regañadientes, con más peros que entusiasmo, Mariano Rajoy ha decidido apoyar el macro aval con el que el Estado acude en rescate de los bancos y cajas de ahorro aquejadas del síndrome de la crisis financiera.

¿Tenía alternativa el líder del PP? ¿Podía quedar al margen de una decisión que han tomado ya sus pares políticos en Francia o Alemania? La verdad es que la situación es compleja porque vistos los excesos bursátiles perpetrados por algunos ejecutivos desaprensivos que gozan de jubilaciones millonarias lo que a uno le pide el cuerpo es decir como Emilio Botín , que cada palo aguante su vela. Vencida la indignación ante el desastre acarreado por tanta frivolidad, se abre paso una idea: sin rescate, se desataría el pánico bancario y de ahí se derivaría la falta de liquidez y de crédito a las empresas lo cual podría llegar a paralizar la actividad económica del país.

Así las cosas, del mal, el menos. Y ahí es donde el pragmatismo fecha otra de sus victorias. Mariano Rajoy ha hecho lo que Nicolas Sarkozy y Angela Merkel hicieron antes que él (por no citar a Gordon Brown que fue el primero), pero quien se apunta el tanto ante la opinión pública es Rodríguez Zapatero. Da lo mismo que hasta hace un mes todavía estuviera negando la crisis y prometiendo pleno empleo.

El hecho es que Zapatero le ha vuelta a madrugar a Rajoy. De ahí la desolación que se percibe en las filas de la derecha.