TCtuando se despertó, los terroristas seguían allí. El comunicado emitido ayer en el que los "etarras" dan por liquidado el "proceso" de paz y en el que anuncian lo peor, ha pillado a la Moncloa con el sueño cambiado. Hace seis meses, en la T-4 del aeropuerto de Barajas, la organización terrorista ETA asesinó a dos trabajadores ecuatorianos.

Pese a la evidencia de que aquel crimen había liquidado el "alto el fuego" anunciado por la banda terrorista en marzo del 2006, el presidente del Gobierno decidió prolongar los contactos con ETA iniciados tiempo atrás.

Esta misma semana, en La Moncloa todavía especulaban con que los resultados obtenidos en las pasadas elecciones por el Partido Socialista en Euskadi y Navarra (donde el PSN ha pasado a ser la tercera fuerza), eran la "prueba" de que los ciudadanos aprobaban la política antiterrorista del Gobierno.

El presidente del Gobierno ha sido el último en abrir los ojos, pero eso ya es leche derramada. Nunca es tarde para rectificar un error y --a deducir de la declaración institucional ofrecida ayer por la mañana-- parece que, por fin, ha entendido la naturaleza perversa del enemigo que desafía al Estado democrático.

Ahora toca reaccionar con unidad y determinación. Tal y como han rodado las cosas y ante la amenaza de ETA, la vuelta al Pacto Antiterrorista --como le ha pedido el jefe de la oposición, Mariano Rajoy--, parece la única salida política congruente. Un cambio de política que Rodríguez Zapatero habrá de asumir si quiere salir del callejón en el que él mismo se ha metido.

Se abre, pues, una etapa en la que también el Fiscal General del Estado tendrá algo que decir en todo este espinoso asunto. Algo más que palabras, porque a la vista está que al despertar del sueño, los terroristas seguían allí.