Cuando se acabó la emisión de Astral miré las redes sociales para ver si mis contactos habían publicado algo relacionado. Yo lo había visto en el cine y ya había experimentado la sensación de quedarte clavado en la butaca sin saber si puedes y debes seguir con tu vida. Hice propaganda entre mis amigos y mi familia, ya que deseaba que los otros vieran lo que a mí me había impactado tanto. La sorpresa que me llevé fue aún mayor. Nadie había compartido nada sobre Astral, el protagonismo se lo llevó OT: el reencuentro. Tengo 20 años y soy parte de una de esas generaciones que se supone que deben cambiar el futuro, pero no veo mucha perspectiva de mejoría si seguimos huyendo de las oportunidades que nos dan para reflexionar. ¿Qué viene después del Astral? Mil oportunidades para pensar, cuestionar, denunciar y concienciar. Aprovecharlas está en nuestras manos o, mejor dicho, en nuestras mentes.