Una única ley educativa y 17 sistemas educativos distintos, con 17 evaluaciones distintas, con 17 resultados distintos, con 17 gestiones distintas y como resultado de los 17 currículos autonómicos distintos, un mínimo de 816 asignaturas distintas en la ESO, ni hablamos ya de los libros de texto, los cuales pueden parecerse de un extremo a otro de España lo mismo que un huevo y una castaña.

Ante la posibilidad de alcanzar un pacto educativo, y tras ya muchas comparecencias en la subcomisión creada a tal efecto, parece que los medios especializados están centrando sus miras en la desvertebración educativa que sufrimos.

En apenas una semana, han salido a la palestra dos cuestiones que cuestionan la cohesión y vertebración del sistema educativo español.

La primera son los hasta ahora resultados en la PAU (Prueba de Acceso a la Universidad), próxima EBAU (Evaluación de Bachillerato para Acceso a la Universidad), que posibilitan elegir estudios universitarios.

Parece ser que una comunidad cercana, pone en tela de juicio las elevadas notas de ciertas comunidades, como Extremadura y Canarias.

Si bien es cierto que debiera existir una prueba común para un acceso común con una evaluación común, no es menos cierto que la prueba se realiza en concordancia con el desarrollo del currículo autonómico por lo que lo único demostrable que denotaría unas notas bajas, sería que el currículo no se corresponde con la prueba o viceversa, lo cual dice poco de la coordinación existente dentro de la propia comunidad o del desarrollo del currículo en las aulas con quien elabora la prueba.

Si el trabajo es «serio» y «riguroso» (por alusiones a Extremadura y a los extremeños, docentes y alumnos) dentro y fuera del aula, los resultados deben ser favorables, así que !Ole! por Extremadura, sus responsables educativos y sus docentes. La segunda son los libros de texto. El presidente de la Asociación Nacional de Editores de Libros y material de enseñanza, en su paso por la subcomisión para el pacto, se ha quejado incluso insinuado dependiendo de qué partido gobierne y el espíritu de cada comunidad, de las múltiples peticiones o presiones recibidas para incluir ésto o lo otro, y la disparidad de los libros de texto en cada comunidad.

Un pacto educativo estatal será papel mojado si las Comunidades no participan, consensúan, asumen y cumplen en los tres ámbitos de concreción educativas.