Por si fuera poco el triste espectáculo que tuvimos que presenciar la semana pasada en el que una delegación española, encabezada por el ministro Moratinos y el exministro franquista Fraga, cortejaba a la dictadura de Obiang y no denunciaba sus atropellos en derechos humanos, hoy sabemos que España mantiene abierto un programa de canje de deuda con Guinea Ecuatorial, mediante el cual empresas españolas (como las petroleras) pueden comprar deuda que la administración española reclama a la guineana al 50% de su valor nominal. Con este papel, dichas empresas pueden pasar a cobrar por la caja guineana el 56% de esa deuda, por lo que, mediante este mecanismo, ganan un 12% en la operación. Con ese dinero, la empresa española debe invertir en Guinea Ecuatorial y contribuir al desarrollo económico y social del país. Las inversiones elegibles son inversiones en capital que beneficien a todos los sectores de actividad económica para financiar un proyecto nuevo (¿nuevas exploraciones de petróleo?), la ampliación de un proyecto ya existente (¿reapertura de exploraciones fracasadas del pasado?), así como la toma de participaciones en empresas ecuatoguineanas (¿las energéticas?). Es decir, mediante este mecanismo, por el cual, es cierto, el Gobierno guineano se ´ahorra´ el pago del 44% de la deuda reclamada por España, empresas españolas (como las petroleras), pueden invertir en un país en el que, de todos modos, ya pensaban invertir. Eso sí, con el dinero de los guineanos. La cuadratura del círculo, ya que el importe cancelado se contabiliza como Ayuda Oficial al Desarrollo española. Toda una lección de solidaridad internacional.

Daniel Gómez-Olivé Casas **

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