Comienzo mi andadura en un cargo relacionado con este mundo especial de la cultura, con la desgarradora noticia del fallecimiento de mi querido Fernando Turégano al mismo tiempo que me informan de la muerte de uno de nuestros artistas destacados, Angel Duarte . Un aciago día, pienso, para Extremadura, y en especial para el mundo artístico.

Respecto a Fernando, el ambiente cultural de Cáceres, tan peculiar y activo, nos unió en numerosas ocasiones, por lo que puedo asegurar, por experiencia propia, que Extremadura se queda sin una persona digna de ser conocida por todos, por su don de palabra, su discurso vivo y embriagador, la riqueza de los temas que se abordaban en sus conversaciones y sus ganas continuas de aprender sobre cualquier tema que se le propusiera. Sobre todo, fue un estudioso y devorador increíble de cine, de cualquier tipo y época, aunque siempre "del bueno". Desde luego nunca se situó en el equipo de los que desdeñaban el cine actual, sino que aseguraba que las películas de sentimientos y las de grandes efectos especiales, eran un reflejo del debate que se producía en la sociedad moderna y que no debía negarse su importancia.

Un extremeño del mundo, enamorado de los viajes, algo que le ha acompañado hasta la muerte, que le sobrevino en Bruselas. Una persona con inquietud por conocer nuevos lugares y los movimientos culturales de cada ciudad que visitaba.

Era una persona al que todas las artes le eran afines. No sólo de cine sabía, que mucho, sino que los amigos de Cáceres conocían su amor por la ópera, la música, y otras expresiones.

Fernando Turégano era para las personas que tuvieran la suerte de estar a su lado, una enciclopedia de datos y anécdotas sobre la historia del cine. Para los que nos entusiasma este arte como aficionados, nada era mejor que encontrarse con Fernando y charlar unos minutos, que él siempre quería convertir en horas.

La desafortunada suerte ha querido que su desaparición coincida casi en el tiempo, con mi nombramiento como consejera de Cultura y Turismo. Todo lo que Fernando Turégano hubiera podido aportar a las aspiraciones de nuestro Cáceres en el ámbito cultural, se ha perdido desde ayer. Nos queda su legado como crítico cinematográfico. Más allá de ello, mi posición actual me permite rendirle un merecido homenaje, dando su nombre a la Filmoteca de Extremadura. De esta forma, seguirá en el recuerdo de todos nosotros, ya que él fue un colaborador activo de esta entidad.

Y como las malas noticias nunca vienen solas, Angel Duarte deja desde el domingo un hueco profundo en el arte internacional. Este ciudadano de Aldeanueva del Camino, pintor y escultor, fue un fiel testigo de la historia de España y debe ser recordado como uno de los extremeños que ha sobrepasado las fronteras de la región. La emigración, la guerra, el exilio, la posguerra, rehacer su vida en otro país, hechos que han marcado a tantos ciudadanos de nuestra tierra, fueron una constante en la vida de Angel.

Pero más allá de sus avatares vitales, me gustaría destacar su participación en alguna de las exposiciones más significativas de rango internacional. Su obra se fue ligando a las corrientes abstractas de la vanguardia europea, desde donde ha aportado soluciones teóricas y una nutrida literatura artística en torno a los principios normativos. La importancia de su trayectoria queda reflejada en el gran número de colecciones nacionales e internacionales que cuentan con su obra y los numerosos premios recibidos, como la Medalla de Oro de Bellas Artes (1983), el premio Pablo Picasso (1999) o la Medalla de Extremadura (2001).

Tanto Fernando Turégano como Angel Duarte se caracterizaban por una visión particular del mundo, que aportaba conocimientos a todo aquel que se relacionaba con ellos. La cultura extremeña se queda viuda de dos grandes artistas.

*Consejera de Cultura y Turismo