Estamos convencidos de que otro mundo y otra educación son posibles y necesarios. Veintiocho millones de docentes y trabajadores de la educación de 161 países llaman la atención en el Día Mundial de los Docentes pidiendo por un renovado compromiso al diálogo, que los docentes buscan crear cada día en sus aulas, a pesar de la pobreza, los conflictos y las epidemias. La educación es un derecho social universal fundamental. Este derecho comprende no sólo la formación general sino también la profesional y técnica. Es hora de exigir una educación integral de calidad que forme personas libres y críticas, ciudadanos activos y comprometidos, respetuosos de la diversidad, de la democracia y de los derechos humanos, abiertos al mundo y preocupados por el porvenir del planeta.

Las desigualdades que observamos entre las naciones y dentro de cada una de ellas, son escandalosas. La pobreza se conjuga a menudo en femenino, y también con el color de la piel y el origen étnico. Urgen medidas concretas que eliminen la pobreza y la miseria que sufren centenares de millones de niños en el mundo. Doscientos cincuenta millones de ellos deben trabajar para sobrevivir. Niños explotados, que viven en la calle son arrastrados a la prostitución, esclavizados o militarizados.

En muchos países, la educación está estancada, las infraestructuras educativas se deterioran y la educación se privatiza convirtiéndola en una mercancía.