Siempre he sido enemiga de los días conmemorativos, de esas fechas en que lo mismo se celebra un homenaje a los alérgicos que a los ciclistas, da igual el motivo, con toneladas de discursos, algún documental, dos o tres acciones poéticas o como se diga ahora, y sobre todo, mucho, mucho ruido y pocas nueces.

Me parece que lo suyo, lo nuestro, sería celebrar a los ciclistas o a los alérgicos o incluso a los ciclistas alérgicos todo el año, y dejar de buscar excusas para montar ferias, exposiciones y contenido patrocinado.

Me parece, sí, pero existen días y días. Algunos sirven para que ciertos hechos no caigan en el olvido y otros, para que sigamos peleando por aquellas personas que no pueden pelear solas. Como el día de ayer, curiosa mezcla de todo lo anterior. Parecía que el ocho de marzo iba a caer en el olvido, por puro agotamiento de la fórmula, por los resultados de las campañas a favor de la igualdad, por el cambio de mentalidad incluso, pero justo ahora es más necesario que nunca.

Crece imparable la violencia doméstica, la que vive agazapada en los zaguanes, tras las puertas de nuestras viviendas. Aumenta el número de niñas con enfermedades causadas por una percepción anómala de sí mismas, niñas que se ven gordas o feas, acosadas por el espejo y por sus compañeros y por esos anuncios de modelos imposibles que ellas no pueden comprender.

Las mujeres siguen cobrando menos, trabajando el doble. Todavía hay pocas catedráticas, menos presidentas, pero aún muchos que piensan que no puede decirse médica o jueza, porque suena mal. Y no nos olvidamos de la no conciliación familiar, de la casi inexistente tasa de natalidad, de las escasas ayudas para guarderías, de la lucha biológica entre ser madre a una edad natural o esperar a poder pagar los pañales sin ayuda.

Un día necesario el de ayer, sí. Un día que no debiera serlo, que debería haber caído en el olvido, como un arcaísmo, algo desusado. Pero los hechos cuentan, las noticias informan, y las mujeres aún están lejos de no necesitar un día que nos recuerde cuánto ha costado y cuesta la vida que tenemos ahora.