La celebración del Día sin Coches en Cáceres acabó en un intento fracasado más del ayuntamiento por concienciar a una población de la necesidad de buscar nuevos medios de transporte más saludables para el medio ambiente. Su desarrollo en un día laborable sí permitió descongestionar de tráfico algunas zonas concretas del centro, pero esto tuvo un coste demasiado alto para otras calles y avenidas, que sufrieron un colapso casi generalizado, con largas retenciones de vehículos de las que no escaparon los taxis, algunos servicios de emergencias o los propios autobuses urbanos. Apelar sólo a la sensibilidad ciudadana sin ofrecer, además, alternativas reales que favorezcan la movilidad urbana no parece, según los resultados obtenidos, el mejor método para que este tipo de iniciativas triunfe. Quizá sea hora de ver qué contrapartidas se dan en otras ciudades similares donde realmente sí se da un Día sin Coches, como es la gratuidad del transporte público, el reparto de bicicletas o la oferta de vías alternativas para quienes necesariamente se ven obligados a usar el automóvil. Quizás así el Día sin Coches empiece a ser del agrado de todos y no una pesadilla más en una ciudad ya castigada por los incesantes embotellamientos.