XPxor suerte, la vida nos depara sorpresas cada poco. La más aburrida de las rutinas se rompe en el momento más inesperado y la existencia vulgar de cada cual adopta el tono que soñamos en las nada banales de algunos envidiables semejantes. No, que nadie espere grandes sorpresas, ni experiencias de vértigo, ni aventuras de lujo. Es sólo que uno toma como cada mañana la 630, camino del trabajo, y baja a Almendralejo donde le han invitado a participar en la primera Feria del Libro Extremeño. Ya imagina por lo leído en la prensa y por los comentarios de algunos amigos que el viaje podría merecer la pena. La realidad no desmintió esa sospecha y bajo la carpa de la calle Real encontré mucha animación y muchos libros editados en Extremadura. Algo así era impensable hace unos pocos años. Hubieran faltado autores y libros. El presupuesto, además, se habría ido en taxis para traer desde Madrid, Barcelona o cualquier otro lejano rincón de España a los pocos escritores extremeños merecedores de tal nombre. Salvo excepciones, así habría sido. ¡Y qué horribles y tristes eran aquellas ediciones provinciales de entonces! ¡Como para encima exponerlas en las estanterías a las pobres! Todo eso ha cambiado y el cambio, hermoso y sustancial, está a la vista de cualquiera que lo quiera ver. A diferencias de otras Ferias del Libro extremeñas, que no del "libro extremeño", que se decantan por la cultura espectáculo y que en rigor no apuestan por la literatura y los escritores sino por el best-séller y los autores mediáticos, en Almendralejo han preferido, una decisión que les honra, acercarse a lo más cercano, venga o no de Madrid (como Alonso Guerrero ) y mostrar lo que la nueva literatura extremeña es. Una parte, claro, pero representativa. La parte, aclaramos, que tiene en las librerías alguna novedad editorial. De éstas y otras cosas pude hablar con los chicos del IES "Arroyo Harnina" de la ciudad natal de Espronceda y Carolina Coronado que, con buen criterio, como el resto de los alumnos de bachillerato de los centros educativos de la localidad, han sido partícipes de los actos de la feria. Ellos son al fin y al cabo los lectores futuros. Los primeros que estudian y leen en las aulas, no sólo a los narradores y poetas españoles en general sino también a los escritores de esta tierra en particular.

Sorprendido por lo que allí había encontrado, seguí viaje a Brozas, 630 (o A-66) arriba, donde el día habría de ofrecerme aún más sorpresas. En el convento de la Luz me esperaba un grupo de profesores perteneciente al CPR de Brozas que se reunían para clausurar un curso de literatura. Tras la comida y en presencia de la directora provincial de Educación, Emilia Guijarro, se entabló una animada tertulia en torno a una mesa que tuve el placer de compartir con el periodista cultural Liborio Barrera y con el presidente de la AEEX, Antonio Sáez. Cada cual habló de lo suyo, pero todo giró en torno al "dulce" momento de la literatura en la región. Este formato inusual para la formación del profesorado, pero tan atractivo, como destacó la responsable de la Dirección Provincial, no hace sino recalcar la pionera y callada labor de los centros de profesores de Extremadura en pro del fomento de la lectura, algo que se ha reconocido premiando al CPR de Trujillo en la segunda edición de los Premios del Plan destinado a tal fin.

Volvía a casa después de la jornada y, mientras recorría bajo la lluvia melancólicas carreteras secundarias que desembocaban, ¡cómo no!, en la A-66 (o 630), no podía por menos que celebrar la intensidad de ese momento en el que se agolpaban en mi cabeza frases sueltas, comentarios e imágenes, rostros de gente que, como uno, disfrutan con cosas que tienen que ver con lectura y con los libros, sí, pero, sobre todo, con la vida. Con su perpleja intensidad. Con su milagro.

*Escritor