Pintor

Por lo visto olemos mal. Desde todos los medios audiovisuales nos sugieren perfumes y colonias, y en cada aroma la promesa de algo muy parecido a la felicidad. Al amor, la seducción, la feminidad, la virilidad... Y el caso es que todas estas tentaciones olfativas se parecen y lo que en realidad cambia de año en año es la manera de presentarlas al público. Tiene su mérito anunciar una cosa aparentemente tan inútil como un perfume y hacerlo parecer imprescindible.

Una de las señales de las sociedades opulentas es el gusto por lo subalterno. Cuando la mujer y el hombre tienen sus prioridades básicas resueltas es muy fácil crearles falsas necesidades. Ahí debe radicar el éxito de tanta fragancia en busca de comprador.