Algunos jugadores de la selección española han afirmado que aquel gran equipo, aquellos grandes triunfos (un mundial y dos eurocopas) no volverán jamás. Asombra que sean los propios protagonistas de tales hazañas quienes, en un gesto de arrogancia involuntaria, nos informen de que con ellos se acabaron los días de vino y rosas. Es cierto que han sido la mejor selección española de la Historia, pero ¿quién les ha concedido a estos futbolistas el don de la clarividencia para saber lo que ocurrirá en el futuro? Mientras no se demuestre lo contrario, la Historia hace relación a acontecimientos pasados, no futuros. Del Bosque debe encarrilar a un equipo en el que algunos jugadores ya no buscan la excelencia porque esta --en su opinión-- es un asunto pretérito. Y así estamos, con un grupo con nostálgicos del pasado (Busquets, Pedro), independistas de última hornada para quienes España es un país extranjero (Piqué) y otros que se "borran" para no disgustar a Mourinho, el entrenador de su club (Diego Costa y tal vez Cesc Fábrega).

En esta selección sobran aptitudes y faltan actitudes. Por suerte, la corta vida laboral de los futbolistas facilita que galácticos sin demasiada hambre de títulos dejen paso a quienes aún no han ganado nada y están locos por hacerlo. El objetivo de Del Bosque debe ser neutralizar las malas energías y dar cancha a las buenas. Los aficionados no estamos dispuestos a asumir que el futuro va a ser una mala caricatura de esa Historia grandiosa que ya no volverá. Dicen que hay que conocer la Historia para no reincidir en los errores, pero ¿por qué no también para reeditar los aciertos?