Como todos los años desde que se instauró la LOGSE los alumnos dejan de asistir a clase por la nefasta gestión de que hacen gala los que se dedican a elucubrar sobre la enseñanza. En la actualidad el curso termina la primera semana de junio. Los que han aprobado todas las materias saben que la calificación no se puede bajar, que en el peor de los casos se quedarán con la misma nota; los que han suspendido varias asumen que los milagros no existen y que si ya han repetido van a promocionar de cualquier modo. Con este escenario no nos debe extrañar que las calles estén tomadas por los niños en edad escolar, me gustaría que los que se dedican a legislar se dieran una vuelta por las inmediaciones de los centros educativos para que perciban como testigos oculares la cagada que han preparado. Que se pude hacer peor, pero no mucho.

Si los temarios no se agotan y para rematar la faena acortamos en quince días el tiempo que los profesores dedicamos a explicar nuestra materia, entonces ya está todo dicho. ¡Cómo se nota que los legisladores no se dedican al noble arte de enseñar! A ellos les va muy bien imponer instrucciones, que las aulas sean como un laboratorio; un lugar donde se hacen experimentos y ¡hombre algún día entonaremos nuestro eureka ! Ojalá.

Juan C. López Santiago **

Jaraíz de la Vera