¿Cómo desenganchar a un ludópata? ¿Dejándole que viva en un casino? Brindando con sus copas en alto ante las medidas adoptadas por los gobiernos europeos, una fiesta de euforia embriaga a los banqueros. Se frotan las manos, ya que, aunque arruinen a países, no tienen necesidad de poner límites a su afán de lucro. Lo lógico sería que, si son, en parte, los causantes de la crisis, sus beneficios fueran al Estado hasta salir de la crisis.

Estamos en una dictadura financiera. Si no es así, ¿por qué no se invaden los paraísos fiscales del dinero negro con fuerzas de la OTAN para acabar con esos privilegios? ¿De qué sirven los esfuerzos y los medios de la policía, los servicios secretos y los ejércitos si la delincuencia y el crimen organizado siempre tienen una vía de escape? ¿De qué sirve la labor del cuerpo diplomático internacional y la ONU si el soporte económico que alimenta el crimen y la delincuencia no se elimina? ¿Por qué la banca internacional no mueve un solo dedo para apropiarse del 20% del capital mundial que manejan los paraísos fiscales? Los esfuerzos de los políticos por controlar el mundo financiero serán siempre infructuosos, porque la política necesita de los préstamos bancarios para sus proyectos y eso genera deuda e intereses que la gran banca no está dispuesta a perder.

Antonio Martín **

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