TPtertinaz, contumaz, empachoso, empalagoso, espeso. A fuer de oficio, y de pasear el ánimo y la escopeta por esa desolación de campos, acaba uno perdiendo la paciencia ante la hostilidad del escenario.

La seca es un hecho. No sale el otoño. No había más que ver la polvareda que levantaban los coches en el carril, cuando íbamos al cabo del cazadero. Entre el ocre claro de la tierra agostada y los yermos de picos, el ocre oscuro de las formaciones híspidas de pizarras. De pizarras o grauvacas, como nos enseñó nuestro amigo el geólogo. Abundantísimas formaciones de dientes de perro.

Repitamos la letanía: La inmensidad del océano azul del cielo por techo, cruzada, apenas, por las líneas blancas de las estelas de los aviones. El viento altano sin ápice de humedad, que presagiara la salvación de las lluvias. Y santa paciencia para encontrar la ocasión de medir nuestra pericia y reflejos.

Se conoce que las perdigochas andaban al frescor de los charcos de la rivera, y cuando llegaron los muchachos con los perros, en vez de peonar y lanzarse desde los collados, se esturrearon y, en media vuelta, nos dejaron, como el que dice, a la luna de Valencia, es decir, con un palmo de narices.

Bien. Llegó una rabona, pero más abajo, y Andrés le dio la extremaunción sin contemplaciones. Harto de espera desesperada calé el chapeo, requerí la espada, miré al soslayo, fuime-y no hubo nada , como en aquel estrambote cervantino. Pero, Ari que es más pertinaz y paciente que yo, se fue hacia atrás y de un rodal de matas resecas echó a la liebre. Me quedé, la escopeta ya descargada, mirándola con cara de idiota. No son buenas las prisas, no señor.

Aparte anécdota, lo que encoge un poco el conturbado ánimo es que ocasiones, ninguna, o habas contadas. Por echarle algo de humor a la asolada geografía y, cuando íbamos pisando miles de millones de deyecciones de oveja, camino de los puestos, comentaba Miguel : "¡Cómo está esto de conejos!". Al mal tiempo, buena cara. SCM.