TSte ha llevado de la Moncloa diez mil botellas de vino, --selectos reservas y cuidadas añadas--, que le habían regalado. Sus razones tendrá el señor Aznar para cargar con tanta botella. Para qué quiere un expresidente diez mil botellas, para distraer su caída, para aliviar la oscura languidez, para cantar, por los pasillos de su nueva mansión, la célebre romanza de Marina : a beber y olvidar, las penas y el amor, o para evitar, dado su celo patriótico, tentaciones al nuevo presidente? Ciertamente resulta demasiado limitado orientar la vida sólo en términos políticos y uno debiera tener tiempo para rectificar y humanizar sus ideas. Yo creo que Aznar lo ha logrado. Si en el vino está la verdad, el expresidente debe estar empezando a entender, a través de la que encierran esas diez mil botellas, que frases como aprés moi, le déluge o l´etat c´est moi son vacías y falsas. No me extrañaría que el día menos pensado, este bebedor bien abastecido, de expresiones cortas y machaconas, vea la luz y en pleno camino de Damasco, nos lance un esplendoroso eslogan: bebe vino y no hagas la guerra . Y ya que ésta la hizo en su nombre, al menos que haga en el nuestro la degustación de ese exquisito caldo de la cepa monclovita. El vino nos ajusta mucho con el mundo dado. Y con el perdido.

*Licenciado en Filología