Pese al mucho y al nulo empeño de unos y otros, los españoles tendremos que volver a votar el 26 de junio. Después de meses de Gobierno en funciones, en los que las negociaciones se han trasladado de los tradicionales despachos a los platós de televisión, es momento de iniciar una nueva campaña, en la que los políticos de diferente color, representantes de lo nuevo y de lo viejo, deberán, además de convencernos de que les votemos, justificar la actitud que han tenido este tiempo. Esto es lo verdaderamente difícil.

El candidato del PSOE, Pedro Sánchez , deberá explicarnos por qué siempre ha puesto por encima de cualquier negociación su propia supervivencia. Conocedor como pocos de que no alzarse como presidente del Gobierno, en su caso, significaría una muerte política sin contemplaciones. ¿Es legítimo que los ciudadanos estemos por debajo de esas pretensiones? De momento, pesos pesados de sus listas ya han dado un paso atrás y abandonan la patera del líder socialista.

Rajoy , el otro abanderado de la vieja política, actuó de manera magistral -políticamente hablando- cuando a falta de apoyos decidió no subirse a la tribuna del Congreso para defender su proyecto de gobernabilidad. En este momento se debe plantear si la pésima estrategia que ya utilizó en la anterior campaña, haciendo una y otra vez el avestruz, es la que tiene que poner en marcha de nuevo el PP. Sí quiere seguir perdiendo el voto joven, sin duda es la mejor.

La nueva política, la de la televisión, los platós, los desaires públicos y los encontronazos, deberá cuestionarse su propia existencia, y reflexionar si es realmente novedoso negociar cargos y ministerios en vez de políticas ciudadanas.

En fin, comienza una nueva campaña y llegarán nuevas acusaciones, mientras los ciudadanos hemos visto como se negaban a trabajar durante los últimos meses. Ahora es momento de sentarnos a ver un nuevo espectáculo bochornoso, confiados en que esta vez sí, los políticos se sienten de una vez por todas a trabajar por los ciudadanos después del 26J.