XQxuien no tiene razón provoca la reyerta y busca la algarabía, porque el ruido ensordecedor descentra la atención sobre la naturaleza de los problemas.

Esa es la impresión que me produce la estrategia política que ha elegido el lehendakari Juan José Ibarretxe. Su plan es una provocación que pretende una reacción desmesurada, de forma que la razón que no tiene la pueda encontrar en los exabruptos que provoque la indignación de quien la percibe como una afrenta.

La respuesta a la sedición de Ibarretxe tiene que ser mesurada y firme; hay que decirle muy bajito que su imposición es sencillamente imposible.

Esa forma de contestar a los desafíos en América Latina es ley de uso y da excelentes resultados; cuando se tiene razón, se habla bajito. Sólo chillan los que se quieren imponer sin tino, sin razón. Quien pretende vulnerar la ley y violentar las conductas contempladas en el ordenamiento constitucional carece de razón democrática; en consecuencia no se puede discutir con quien así actúa sobre los procedimientos que quiere emplear.

Sencillamente hay que decirle firmemente, pero muy bajito, como un susurro, que su proyecto está fuera de las rutas establecidas y que su imposición es imposible. Sin más aspavientos, porque lo que busca el lehendakari con sus iniciativas es sacarnos de quicio a los demás españoles y conseguir que con nuestras desmesuras pueda encontrar un resquicio para construir una razón de la que carece.

Lo que se avecina es una batalla política en la que la victoria inmediata son los votos de las elecciones vascas.

El Partido Nacionalista Vasco se inicia en estas lides con un handicap importante: ha necesitado del concurso de ETA para la puesta en marcha de su plan.

A buen seguro que a muchos votantes históricos del PNV no les gusta esa compañía. El reto es convencer a cuantos más nacionalistas se pueda de que el propósito de Juan José Ibarretxe no sólo es un imposible constitucional sino, además y sobre todo, un error histórico para los vascos y una forma atroz de cercenar las posibilidades de crecer como pueblo.

Es hora de que los gritos dejen de ocultar los argumentos. Es hora de razonar sobre lo que es España como suma de comunidades que potencia a cada una de sus partes en la medida que el compendio es más sólido y más respetuoso con quienes lo conforman. Hablando bajito y razonando profundo, la batalla está ganada por la razón.

*Periodista