Los obispos españoles han tenido que dar demasiadas explicaciones sobre lo que querían decir con su nota de la comisión permanente de hace una semana. Han salido al quite desde todas las esquinas. Unos, como el cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, para reafirmar que lo de la nota era lo que parecía. Otros, los catalanes y el propio presidente de la Conferencia Episcopal, para matizar que el Evangelio no se identifica con ninguna opción política. Los obispos suelen dar orientaciones al voto a los católicos antes de las convocatorias electorales. Y era de esperar que en esta ocasión, en la que han salido incluso en manifestación a la calle contra el Gobierno por primera vez en su historia, la orientación iba a ser férrea. Nada nuevo si no fuera porque han puesto uno de los acentos en la negociación con ETA, un asunto en el que la Iglesia católica ha tenido un papel claro y evidente cada vez, en cada intento, en cada ocasión en la que hemos creído que era posible acabar con el terrorismo de forma dialogada. Señalar con virulencia la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio no parece un comportamiento muy evangélico, por lo que era fácil sacar conclusiones en clave partidista. Especialmente porque este ha sido, también por primera vez en nuestra historia reciente, argumento de controversia política de la oposición con el Gobierno. Qué pensarán los católicos españoles que viven su fe con naturalidad, sin dramatismos doctrinarios, con el músculo de la tolerancia bien entrenado porque han crecido en una España democrática y diversa, que han viajado por el mundo y conocido otras culturas, otras religiones. Y que, en cualquier caso, tienen el mundo a un clic del mando a distancia del televisor o del teclado del ordenador. Lo único que da la razón a los obispos en su letanía de que no piden el voto para el PP es que todo esto no hace sino movilizar el voto de la izquierda, tan necesario para el PSOE. No deja de sorprender que sea la parte de la jerarquía eclesiástica más conservadora la que facilite el argumentario de campaña a los socialistas. Va a ser verdad que su reino no es de este mundo.