WLwos datos del paro durante el pasado año, difundidos ayer por el Ministerio de Trabajo, encierran una buena noticia: bajó en la región en cerca de mil personas. Este dato, además, significa la ruptura de una tendencia alcista del número de parados extremeños que se remontaba a cuatro años atrás. Podría afirmarse, retóricamente, que es el primer descenso anual del paro del siglo XXI. Pero estos indicadores positivos --a los que cabría añadirse el de que el desempleo descendió en Extremadura en 18.500 personas en una década-- no deben distraer la atención de lo que, en una tierra como ésta, se echa en falta: que el desempleo baje significativamente por debajo de la media nacional. O lo que es lo mismo, que la región genere más empleo que el conjunto de España. Los responsables políticos nacionales y regionales hacen un diagnóstico de la situación de Extremadura según el cual la atonía en la creación de empleo es el principal problema social. Pues bien, no se atisban soluciones a ese problema, porque el ritmo de creación de puesto de trabajo no nos acerca --de hecho, nos aleja-- de la media nacional, un reto que tiene que ser irrenunciable. La Junta hizo un análisis del mercado laboral autocomplaciente, incidiendo en el cambio de tendencia, y por eso mismo alejado de la realidad.