Se ha dicho que la independencia de Kosovo es ajena al derecho internacional, pero apenas he oído voces preguntando por qué la ONU lo ha permitido. Tampoco nadie se atreve a explicar por qué Washington ha decidido apoyar semejante dislate cuando en otros procesos (Norte de Chipre) sí ha respetado la legalidad. ¿Por qué quieren los EEUU humillar y desestabilizar a Serbia? ¿Sólo porque Rusia los defiende?

¿A quién puede interesar la creación de una Gran Albania --que ya está en el discurso de los nacionalistas de Tirana que reclaman los territorios griegos y macedonios dónde hay minorías albanesas--? Hay población de habla turca en Kosovo y Ankara apoya al nuevo Estado artificial. Los países árabes, también. Es una cuña del cercano Oriente musulmán en la Europa de raíces cristianas. En Bruselas --¡menudo papelón el de Javier Solana en los Balcanes¡-- los grandes: Alemania, Gran Bretaña están por la política de hechos consumados. Es lo peor que podía pasar porque resta autoridad a la UE para encarar el futuro y pone en marcha un mecanismo de resentimiento profundo entre los serbios al tiempo que siembra inquietud en Atenas, Sofia y Skopije.

En esta ocasión, tengo para mí que España está dónde debe: exigiendo respeto a la legalidad internacional. Supongo que la patética irrupción de Ajuria Enea ha contribuido a la celeridad con la que el ministro Moratinos ha dado a conocer el rechazo de nuestro Gobierno a la secesión de Kosovo. La independencia ilegal de esta histórica provincia serbia sólo traerá problemas, quienes la apoyan están demostrando una irresponsabilidad que linda con la estulticia política o la mala fe.

*Periodista