WLw a decisión del presidente Rodríguez Zapatero de proponer al magistrado Carlos Dívar para presidir el nuevo Consejo General del Poder Judicial, lo que conlleva presidir también el Tribunal Supremo, ha sorprendido a propios y a extraños. Dívar, que fue nombrado presidente de la Audiencia Nacional en la etapa del primer Gobierno de Aznar, es un hombre de perfil conservador, como lo es el candidato a vicepresidente del Consejo, Fernando de la Rosa, uno de los vocales propuestos por el PP y que hasta ahora era consejero del Gobierno de la Comunidad Valenciana. No es de extrañar, por tanto, que los vocales progresistas hayan puesto el grito en el cielo. El nuevo Consejo se reúne hoy para votar esos cargos.

Podría pensarse que la decisión de Zapatero de designar a Dívar es una muestra de falta de sectarismo por parte del líder del PSOE, que prefiere a una persona de "perfil institucional" antes que a uno de los suyos... Podría pensarse, si no fuera por el espectáculo que han protagonizado todos los partidos proponiendo un Consejo formado, como siempre, por afines a cada uno de ellos, incluidas personas que llegan directamente de la política. Esta vez el reparto se ha llevado a cabo a cara descubierta, sin tapujos ni ocultaciones.

Pero lo peor, según algunos expertos, es que la designación de Dívar pone de manifiesto la falta de política en materia de justicia del Gobierno socialista, y en particular de su presidente. O la ignorancia que tienen del poder de los jueces para entorpecer o facilitar la acción de gobierno. Dívar, que de juez de instrucción --su primer destino fue la localidad pacense de Castuera-- saltó a presidir la Audiencia Nacional, y no es por tanto miembro del Tribunal Supremo, necesitará mucho más coraje del que se le supone para lidiar con jueces con más espolones que él.

De la designación de Dívar se extrae otra conclusión que, aunque de tono menor, ilustra que también en la elección del que llevará las riendas del Poder Judicial nada es lo que parece: Dívar ha resultado ser el ´tapado´ que tenía en mente el presidente del Gobierno y que no aparecía en ninguna quiniela. En estos días de cábalas, era el magistrado Angel Juanes Peces, de larga trayectoria en Extremadura, el que aparecía mejor colocado y del que se decía que incluso era bien visto por el PP, condición indispensable para obtener los votos necesarios para alcanza la Presidencia del Consejo.

Tal vez Juanes hubiera sido bien visto por el PP para presidir el Consejo del Poder Judicial, pero no lo es para ser vocal del Constitucional, a tenor de la elección que hizo ayer el Grupo Popular en la Asamblea, que optó por proponer a Enrique López y López, que ha sido portavoz del Consejo que ahora se despide y del que no se le conoce ninguna vinculación con Extremadura. Es criticable que el Grupo Popular en el Parlamento extremeño no pueda esgrimir más argumento para elegir a López que haber seguido los dictados de su partido en Madrid, que se guía solo por el interés partidista.