Observada desde lejos, y sin ánimos grandilocuentes, la reunión de los 27 países de la Unión Europea es bastante parecida a la reunión de los 17 gobiernos autonómicos de España con el pragmático objetivo de tratar de conseguir las mayores competencias.

La pavorosa ausencia de ideales a largo plazo, proyectos con cierta grandeza o una filosofía más o menos distinguida, resulta pavorosa. Contemplados los líderes europeos en su conjunto no producen un respeto imponente , y vistos uno a uno resulta quimérico hallar a alguien que recuerde a Adenauer, De Gaulle o Heath . Es paradójico que quienes dieron los primeros pasos para una asociación de mercaderes (carbón y acero, primero; Mercado Común, después) tenían las miradas puestas en una futura unión política. Pues bien, cuando se han dado los balbuceos de las unión política, hay un paso hacia atrás, y sólo se habla de dinero y de poder, mezclando el pragmatismo con groseras pinceladas sentimentales o pseudopolíticas. El caso de Polonia, reclamando más poder a cuenta de los muertos en la II Guerra Mundial es carnavalesco y una falta de respeto a los muertos tan grosera como patética.

La ausencia de liderazgo se hace sentir en los demás. Si hubiera un par de figuras con autoridad intelectual y política podrían tirar del carro de los mediocres, convencerles poco a poco, porque los mediocres por hacerse la foto son capaces hasta de aparentar que comprenden lo que no entienden. Pero va a ser difícil. Va a salir un apaño, un zurcido de compromiso para aplazar el problema. No hay figuras políticas que hagan propuestas atrevidas a sus ciudadanos. Ahora, los figurones de la política hacen encuestas, cada quince días, para saber qué es lo que quieren los ciudadanos, y, una vez informados, les hacen las propuestas que no les vayan a enfadar o les hagan discurrir. Juegan a políticos y son tenderos, sin la astuta inteligencia de los tenderos.

*Periodista