La atención a las personas en situación de dependencia y la promoción de su autonomía personal constituyen uno de los principales retos de la política social de los países desarrollados y por ello desde diciembre del 2006 se habla de sistematizar la autonomía y atención a la dependencia. ¿Por qué una ley tan de nuestros tiempos reitera que las personas con alguna diversidad funcional (DF) somos personas en situación de dependencia? Se me ocurren dos respuestas: Una podría ser que la sociedad española es dada a hacer clasificaciones, por eso las personas con diversidad funcional dependientes somos consideradas tontas, inútiles y subnormales. ¿O, si no, por qué construyen cada vez más residencias y apenas se da opción a la asistencia personal? Y otra podría ser que este sistema de la autonomía y atención a la dependencia no se ha hecho para las personas hipotéticamente dependientes, sino para liberar a las familias, y en especial a las mujeres, que tradicionalmente han asumido el cuidado de estos pacientes. Por lo que a las personas con DF se nos vuelve a dar la espalda, se nos despoja una vez más de nuestra libertad de escoger y se nos continúa considerando personas dependientes. Quizá quienes pensaron y redactaron la ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia creyeron que nos íbamos a conformar con lavarnos la cara y llenar el estómago. Quizá pensaron en personas que solo aspiraríamos a estar atendidas y cuidadas. Cuando en realidad lo que queremos es vivir en igualdad de condiciones.

Margarita Alonso **

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